Ruta100

Cada paso que damos nos da la alternativa de cien caminos

Al Otro Lado de Mi Pantalla

De vez en cuando con el Tote nos pegamos alguna escapada, nada del otro mundo, no hablo de bares, ni playa, ni nada que parezca en lo más mínimo peligroso para la sana convivencia de su matrimonio, simplemente, como dos niños haciendo la cimarra, nos inventamos reuniones en la oficina y nos juntamos en el Starbucks a conversar un par de horas y a relajarnos un rato. Es un agrado pasar por estos lugares a la hora en que ya pasó todo el mundo apurado antes de la pega, y todavía queda mucho para que vengan los oficinistas de media mañana.

Como el lugar tiene WiFi, me entretengo navegando por internet mientras espero al impuntual de mi amigo.

“Encuentran obra perdida de Matta”, fue una de las primeras cosas que leí al ojear el diario. Así como esta de Matta me llama la atención la cantidad de obras “extraviadas” de pintores famosos que han estado apareciendo últimamente, me alegra que puedan volver a ser admiradas por el mundo y que no se pudran en bodegas esperando al mejor postor.

El Tote llegó y no me dejó terminar de leer mis noticias, quería que lo pusiera al día de mis andanzas con su libreta, hacía ya más de un año que me la entregó, y en parte la historia era un poco suya también.

Le conté entonces de todas mis citas, de las buenas y de las malas, de la amiga de Pato y de la Elisa, que finalmente se fue a estudiar a España y nunca más supe de ella. Le hablé del poco cariño que le guardan muchas de sus ex citas, y del buen recuerdo que tienen unas pocas elegidas.

Después de eso vinieron los sermones, las indicaciones y correcciones, las cosas que en definitiva convierten la diversión en disciplina, los consejos que, más que abrirte caminos, buscan moldearte a imagen y semejanza del locutor.

Un poco aburrido, y dándome cuenta de que, independiente de que le pusiera o no atención, él seguiría hablando, intenté volver de reojo a la pantalla de mi computador, cuando, pocos centímetros antes de llegar, justo al otro lado de mi pantalla, me encontré con una noticia similar.

Delante de mi se encontraba algo perdido hace ya tiempo, y que reconocí de inmediato, detrás de esos ojos, en los que, igual que albatros en busca su alimento, quedé clavado como en el mar, se encontraba ella, la musa, la esencia, el amor extraviado, la sensación olvidada volvía a estar presente. Una sola mirada valía más que mil citas. La voz del Tote retumbaba como las olas y se perdía una palabra detrás de otra.

No sé cuanto tiempo pasó, si pocos segundos, o tal vez más de un minuto, que en estas situaciones vaya que es tiempo, hasta que sentí un rodillazo por debajo de la mesa que me sacó del embobamiento. Para mi pesar, obviamente él ya se había dado cuenta de que mis sentidos estaban puestos en otro discurso y aquí partía la molestosa etapa de la arenga antes de la batalla, cuando los generales, cómodos en sus asientos, motivan a los pobres, temerosos e inexpertos soldados a saltar con todas sus armas al campo de batalla, lejos la situación más incómoda cuando el oponente se encuentra a pocos metros y en un lugar relativamente silencioso

Si no soy de las personas que se propone conocer mujeres en una fiesta, menos soy del que se lanza al abordaje en un café, y, ante mi negativa, más tediosa se ponía la situación.

No puedo negar que en el fondo me hubiera gustado saltar como un resorte y haberme plantado frente a ella, pero no podía, ahí estaba quieto y frío, como mi café, que no había ni siquiera probado en todo este rato. Ella lo notó, me imaginé que, tal vez, también se sintió incómoda con este juego de niños, y se fue.

Era el momento de los retos, de las reprimendas por no actuar, tanto mías, internas, como del Tote a todo pulmón. Se había perdido nuevamente, había sido sólo como ver reflotar por un instante el casco de un barco antes de que termine de hundirse por completo.

Pocos minutos después, uno de los tipos que trabaja en el lugar se acercó y me entregó una servilleta, tarde, pues la estaba esperando hace rato para limpiar el café de mis pantalones. Me recomendó no usarla para eso y que me traería las otras de inmediato. Y ahí estaba el milagro, el casco aún flotando, el cuadro en su lugar, nataliav@dreads.com....continuará

style="color:#0066CC; font-weight: bold;