Una Obra de Arte
Parece que hubiera pasado una eternidad desde mi última salida, mi última llamada o incluso la última vez que miré con interés a alguna mujer.
Después de terminar mis encuentros y desencuentros con la amiga de Pato se me vino todo el fin de año encima y, aunque no soy un adicto a los eventos sociales familiares o laborales, tuve una lluvia de actividades que, además del exceso de trabajo, me impidieron volver a conectarme con la libreta.
A la vuelta de una merecidas y relajadas vacaciones decidí, valiéndome del viejo cliché “año nuevo vida nueva”, que ya era hora de retomar esto que en un principio me parecía una aberración, pero al igual que las drogas y el alcohol, nadie sabe como fue que terminó disfrutándolo.
El primer problema, obviamente, fue encontrarla, con tanto tiempo si usar, y con mi desorden habitual, no fue una tarea fácil.
Por supuesto, además de lo desactualizada que me la entregó el Tote, ya se había sumado cerca de un año más, así que la posibilidad de archivos defectuosos creció bastante.
Después de unos cuantos llamados a buzones de voz, grabaciones de la compañía, señoras casadas, maridos celosos y mujeres poco amistosas, fui a dar con la Elisa.
Como la ansiedad me había hecho adelantarme un poco en mis llamadas, me encontré de pronto con un día martes sin muchos panoramas por ofrecer. Siempre hay que pensar en uno también a la hora de programar algo, ya que en caso de no resultar ninguna avenencia, por lo menos exista una que otra distracción.
En fin, terminé proponiéndole, contra todo mi discurso anterior, y ante mi falta de programación, que ella eligiera lo que quería hacer. Sé que un hombre sin iniciativa lleva todas las de perder, pero no sería ni la primera, ni la última vez que me pase.
Me dijo que le gustaría ir a los museos que iban a estar abiertos por esa noche, y yo, que hace mucho que no me daba una vuelta por uno, encontré bastante original la idea, después veríamos que hacíamos. Esto daba también la posibilidad de una salida de emergencia abierta.
Debo confesar que me sorprendió como han crecido en calidad los museos, mucho mejor tenidos que antes, y con exposiciones muy interesantes. Tal vez sea porque gente, mucho más culta que yo, se está preocupando de verdad de visitarlos y mantenerlos.
También me sorprendió la Elisa, creo, como ya lo dije en un principio, que hacía mucho tiempo que no miraba con real interés a una mujer. Una persona absolutamente transparente, sin miedo a decir las cosas, alegre y comprometida con sus convicciones e ideales de vida. No puedo negar que todas estas cosas, para mí, aumentan significativamente el atractivo de una mujer.
Terminado el paseo por los museos entramos a un bar de Merced, y nos quedamos hasta tarde conversando de los más variados temas, pasando por todo tipo de superficies y profundidades.
Me despedí con sueño, cansado, pero con ese cansancio alegre que da saber que valió la pena el esfuerzo, y, auque acabo de ver el estreno, me muero de ganas de ver la segunda parte.
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