Ruta100

Cada paso que damos nos da la alternativa de cien caminos

Santiago Solo y a Pié

Por Felipe Basso

Sé que mucha gente ya ha escrito sobre las bondades de andar a pié. Sé también que otros tantos han hablado sobre los barrios, plazas y el patrimonio histórico que tiene la ciudad de Santiago. Supe siempre también que nada cuesta echarse a andar y comprobarlo empíricamente, pero el trabajo, la vidad social, la comodidad del auto, el molesto ruido de las micros, el smog, y el apuro simpre fueron excelentes razones para rechazar la invitación y ser solamente un lector de la realidad, la cual contrastaba siempre con mi visión desde la ventana de mi auto y no me parecía para nada congruente.
Creo que llegué a desarrollar un filtro que, en definitiva, no me dejaba ver ni siquiera los más mínimos detalles positivos.
Si alguna persona me preguntaba, durante mi viaje, como era Santiago, mi respuesta siempre fue, es una ciudad grande, plana, con mucho cemento y, salvo uno que otro parque, sin árboles. Todo lo antiguo lo han echado abajo y no hay muchos edificios que valga la pena visitar.
La verdad es que me había transformado en un Santiagofóbico, si es que se puede decir así, y no lo hubiera recomendado ni muerto.
Ahora que ando solo y a pié, tal como lo hice durante casi todo el año, pero por otros lugares, me he dado cuenta de que la ciudad me ha hecho comer mis palabras y observar la realidad con la calma que dan las cómodas suelas de mis zapatos.
He descubierto los árboloes, los parques y barrios antiguos, la armonía y la cercanía de las cosas. Me he sorprendido con magníficos edificios, monumentos y esculturas, y con manifestaciones culturales en muchos más lugares que los que me hubiera imaginado. He pasado por cafés (no con piernas), bares y restaurantes llenos de gente a las horas más insólitas, y he comprobado que la gente cada día conversa más temas interesantes en el sur del mundo.
Es hora de citar las frases desgastadas que nunca me creí y de lanzar la invitación a darse un tiempo y caminar por Santiago que, de verdad, nada tiene que envidiarle a muchas otras ciudades, incluso grandes capitales del resto del mundo.

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