Ruta100

Cada paso que damos nos da la alternativa de cien caminos

Las Vueltas de la Vida

Por Alosnso Quijano

Todo iba perfecto, pero una extraña sensación en el ambiente, mientras recorría las calles en el camino hasta su casa, me tenía algo intranquilo. Yo no tengo un gran sentido de la orientación, ni buena memoria para las calles, pero el barrio me parecía familiar.
Al pasar por una pequeña plaza recordé que era por ahí donde vivía una antigua polola del Tote, la María Angélica, de la época del colegio, y nosotros, que siempre nos veníamos en micro, nos bajábamos cerca de esa plaza para caminar unas buenas cuadras para arriba.
Es increíble pensar que ya han pasado cerca de 15 años desde esa época, y tal vez la misma cantidad de tiempo que yo no venía por estos lados. El barrio se veía distinto, otros árboles, otras rejas y otras casas, muchas más casas.
Llegué a la casa de la Bárbara, era obvio que tenía que vivir aún con sus padres, porque nadie podría vivir solo por estos barrios. No tuve la oportunidad de entrar ni conocer a nadie, porque ella misma fue la que contestó el citófono y salió enseguida.
Debo admitir que no era lo que yo me esperaba, frente a mi tenía a una estupenda mujer de no más de 23 años, se le notaba la juventud por donde se la mirara, en los ojos, en su sonrisa, en su cuerpo y hasta en el pelo, cosa ridícula de decir, pero de verdad que hasta el pelo se veía joven.
La verdad es que no tengo nada en contra de las mujeres menores, todo lo contrario, las encuentro mucho más abiertas y menos lateras que las que se acercan más a mi edad, me encanta la manera enfrentar las cosas que tienen, pero esto para mi era toda una sorpresa. Si el Tote se casó hace más de un año, y pololeó por lo menos 2 con la Kika, en qué minuto conoció a esta mujer, ¿la llevaba en el bus escolar?.
Nos subimos al auto y partimos al lugar elegido. Mi idea inicial era ir a algún lugar donde se pudiera tomar y comer, y luego tomar la decisión de si la cita daría para algo más.
Poco antes de llegar al lugar me acordé del apellido de la María Angélica, no sé por qué todo el camino había estado obstinado con eso, me pareció gracioso, y le comenté a la Bárbara lo curioso que me parecía que, justo cerca de su casa vivía una amiga de la infancia con su mismo apellido. Si claro, harto curioso, me respondió ella, es mi hermana. La cara se me desfiguró en ese minuto y mi cerebro también. No podía creer que en ese minuto, al lado mío, en mi auto estaba sentada esa niñita de 8 años de la cual arrancábamos para que no nos jodiera la vida, para que no nos acusara o no se metiera donde no debía. Ahora, ridículamente, si me sentía acomplejado por andar con alguien menor, ya no eran 8 o 9 años de diferencia, ahora los sentía como 23, y me sentía como un pedófilo.
Seguimos el recorrido, la conversación, la comida y los tragos estuvieron excelentes, pero, al parecer, no pude volver a recomponerme y opté por terminar la cita sin ningún upgrade. Aunque no me niego a la posibilidad de que, una vez recuperado, lo vuelva a intentar. Ella resultó ser una mujer bastante interesante y atractiva, pero demasiado por el momento, ya tendrá el Tote que darme las explicaciones del caso…Continuará

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