Ruta100

Cada paso que damos nos da la alternativa de cien caminos

Insert Coin

Por Alonso Quijano

Después de mi fracasada cita con la Amelia no estaba muy entusiasmado con mi proyecto. Debo admitir que me sentía bastante apocado. No tenía ni la onda, ni los temas, ni la personalidad como para haberme podido insertar en su mundo. Me sentí como un novato conversando con los egresados, mirando hacia arriba a todos, incluso a algunos que, sin hacer ningún esfuerzo, se notaban mucho menores que yo.
Me pasé la semana entre la televisión, los libros, mi computador y mi almohada. Fue una semana bastante antisocial, pero esa misma soledad me sirvió para hacerme notar que no es así como me gusta vivir. Me sentía como cuando se te ocurre dejar de jugar un juego fácil que ya dominas, para pasar a los más nuevos y difíciles que otros ya juegan, mayores y menores que tu, metes tu ficha y no pasan ni 20 segundos cuando ya está frente a ti un gigantesco letrero que dice Game Over, que te deja en claro que no sirves para esto y que mejor te vayas para tu casa, pero inmediatamente debajo de este hay otro más pequeñito, uno que actúa como ese angelito, o diablito, en el hombro y que, de alguna manera, te abre las puertas hacia el camino de la superación o hacia la constatación empírica de que no hay vuelta que darle…Insert Coin
Para arreglar esta situación decidí invitar a algunos amigos para la casa, descorchar unos vinos y contarles de mi pésima primera cita. Fue una lástima que el Tote no fuera, aunque así por lo menos ella quedó en el anonimato. Lo había llamado para contarle de su amiga y que había desistido de su grandiosa idea, pero el vino, los amigos y los descargos ayudaron a que me relajara y me diera el ánimo de intentarlo otra vez.
El domingo volví a tomar la libreta, y después de un par de intentos (el que reciba esta libreta se la llevará totalmente actualizada) conseguí una salida con Bárbara, que por lo menos al teléfono sonaba muy simpática.
Definitivamente este proceso es para aprender de los errores así que ni por un instante se me ocurrió dejar este asunto a la deriva. Iríamos a donde yo quisiera, el rato que me diera la gana y tendría preparada una huida en caso de emergencia. No se podían dejar detalles de lado, pero me volví a topar con mis escasos recursos en cuanto a panoramas, que con suerte alcanzan para contarse con una mano. Después de un rato pensando en esta debilidad me relajé al darme cuenta de que se trataba de una sola cita. Si las cosas van mal y no la vuelvo a ver, ella nunca lo sabrá, y si resultan bien, aun me quedan un par de dedos más para arreglármelas mientras se me ocurre que hacer…(Continuará)

style="color:#0066CC; font-weight: bold;