Ruta100

Cada paso que damos nos da la alternativa de cien caminos

Un Perfecto Bluff

Bueno, que le vamos a hacer, ella realmente me había fascinado, ella la que había visto, ella, sus ojos, su manera de mirar, su rostro, su todo, pero, ¿era realmente ella la que me escribía?¿era ella una simple carátula o también autor e intérprete?.

No estaba seguro esa mañana si levantarme con la idea de inventar esa reunión para ir a tomar café. En el fondo quería arriesgarlo todo por ella, pero las dudas sobre el gran montaje del Tote me tenían muy nervioso. A nadie le gusta la idea de ser el hazmerreír de los amigos, seguramente escondidos detrás de algún sillón, esperando que uno aparezca, con su mejor traje de domingo, para lanzarte el pastelazo en la cara y enrostrarte que el romanticismo es para viejos caballeros de armadura que se sentaban en una mesa redonda y nada más.

Debo reconocer que me aterré, no tuve el valor, me levanté como todos los días, no había programado nada en la oficina el día anterior, así que, como todos los días, llegue a la oficina para realizar mis rutinas. La hora avanzaba, se acercaba el momento del encuentro, y me comenzaba a poner cada vez más nervioso ¿y si era verdad?. Me reconfortaba, estúpidamente, diciéndome que no sería la primera vez que dejaría escapar una oportunidad, pero, a medida que se acercaba el momento, me sentía cada vez más ansioso por descubrir la verdad y, la verdad, me sentía cada vez más ansioso por que la verdad fuera encontrarme con ella. Aunque al mismo tiempo me aterraba la idea de que ella fuera de verdad “ella”.

Cuando faltaban 10 minutos para el encuentro no aguanté más, abogando a mi inexplicable puntualidad, no podía aguantar a que, si era cierto, ella tuviera que esperar por mí, tal vez si llegaba tarde se aburriría, y todo esto quedaría en nada.

Tomé mis cosas y mi computador, para parecer más creíble, y me fui apurado, largando un breve y casi inentendible “voy a una reunión” mientras cruzaba el lobby.

Llegué al café a la hora señalada, me instalé en un cómodo sillón, el mismo de la última ocasión, para estar seguro de ser reconocible, y me dispuse a revisar las noticias.

Pasaron algunos buenos minutos y un café, y no había luces de ella, tampoco veía a nadie conocido en el lugar, así que, por lo menos, me sentía tranquilo.

Después de haber revisado todos los titulares y las noticias de interés, continué por el mail. Ya que estaba capeando el trabajo, por lo menos podía revisar si había algún mensaje importante.

Ahí fue cuando ella apareció, no en el café, sino en la bandeja de entrada.

“Alonso,

Perdona, pero me es imposible juntarme contigo hoy. Trabajo en Rancagua, en una empresa agrícola, y por lo general voy todos los martes a Santiago a reuniones, pero hubo un problema hoy acá y no pude viajar.

Lo siento mucho, para otra vez será,

Natalia”

A ver?...donde están las cámaras? Yo corro desde mi oficina, dejo todo botado, espero y, en definitiva quedo en las mismas, no me logro enterar si esto es una absurda broma o de verdad es ella. Cerré el computador y me volví lleno de rabia, no contra ella, porque no sé ni siquiera si existe de verdad, sino solamente contra la posibilidad de que no exista.

Hasta ahora el juego me estaba ganando, pero nunca se sabe frente a un buen bluff…(continuará)

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